martes, 14 de mayo de 2013

Veo lo que quiero ver. Dalí y el método paranoico-crítico.

Dedicado a Verónica

  El desmarcaje artístico, la singularidad, la excentricidad o, sencillamente, la genialidad de Salvador Dalí, dieron uno de sus máximos frutos alrededor de 1930 con la invención de su método paranoico-crítico tomado como base para sus famosas obras de imágenes múltiples.
  Dalí en su vida siempre hizo lo que quiso hacer y en su obra siempre vio lo que quiso ver.
  Podemos decir que el método paranoico-crítico daliniano se basó en un tipo de asociación mental que conlleva la paranoia por la cual el enfermo interpreta todo lo que ocurre a su alrededor en función de sus propias obsesiones. O, para ser más claros, las obras de Dalí nos ofrecen una doble lectura de las imágenes.
  Quizá la obra más icónica en la que lo utilizó es una inspirada en una foto que mostraba un poblado africano cuyos habitantes aparecían sentados delante de una choza típica. Mediante unas mínimas modificaciones y sustituyendo la orientación horizontal por una vertical la choza y sus inquilinos quedan transformados en un rostro con reminiscencias picassianas. De esta forma nació Rostro paranoico. La realidad se transforma bajo nuestra mirada, comandada por las directrices que le impone nuestra psique. Vemos lo que queremos ver.


Dalí, Rostro paranoico, 1935

 
Dalí, Rostro paranoico, 1935



  Ya desde 1929 el artista llevaba dándole vueltas al método y había comenzado a pintar El hombre invisible, obra con la que siguió trabajando hasta 1932 y dejó inacabada. Teóricamente expuso el método en tratados como La mujer visible (1930), donde recopila escritos anteriores,  y La conquista de lo irracional (1935). La época en la que están escritos coincide con la incorporación de Dalí a las filas del Surrealismo y en estos textos aboga por superar la pasividad del automatismo de André Breton. Introduce de este modo un método más activo, pero no por ello ni lógico ni controlado.
  El hombre invisible se nos muestra como el paradigma del método paranoico-crítico. En la parte superior aparecen unas arquitecturas que, en realidad, constituyen la parte superior del hombre. En la parte inferior encontramos las inacabadas piernas, así como elementos y temas recurrentes en la obra daliniana: la cabeza-jarra y la iniciación sexual de los adolescentes.


Dalí, El hombre invisible, 1929-32

Para realizar las imágenes dobles que conforman el rostro de la actriz Mae West Dalí se basó en piezas de mobiliario, lo que permite ser recreado para constituir un salón algo peculiar.

Dalí, Rostro de Mae West, 1935

Sala Mae West

 Un galgo, un filósofo recostado, un animal mitológico, un bodegón con una mandolina, un frutero con peras y dos higos sobre una mesa, el rostro del gran cíclope cretino, una escena de playa en el Cabo de Creus con una mujer sentada vista de espaldas remendando una vela y un barco. Todas estas escenas y personajes son los que podemos extraer de la extravagancia imaginativa de la obra maestra de las imágenes dobles dalinianas,  El enigma sin fin. Además, desde el lateral derecho del cuadro se deja entrever la cabeza de Gala, quizá observando con interés cómo nos sumergimos en la exuberancia creativa de su compañero.


Dalí, El enigma sin fin, c. 1938


   En este cuadro también se recupera la imagen de Lorca, que tantas veces se había incorporado al imaginario pictórico de Dalí, sobre todo en los primeros años de su amistad en los años de la Residencia de Estudiantes. Según algunos historiadores del arte dicha recuperación se realiza a través de la figura del perro, mientras que otros consideran que la cara del gran cíclope cretino es la que esconde el retrato del granadino, cuyo asesinato causó un gran impacto en Dalí.


Dalí, El enigma sin fin, Galgo


Dalí, El enigma sin fin, Filósofo recostado


Dalí, El enigma sin fin, Animal mitológico


Dalí, El enigma sin fin, Mandolina, frutero con peras y dos higos sobre la mesa


Dalí, El enigma sin fin, Rostro del gran cíclope cretino


Dalí, El enigma sin fin, Playa del cabo de Creus con mujer sentada vista de espaldas remendando una vela y barco


    Y la mirada de Dalí siguió ocultando enigmas tras sus cuadros, siguió ofreciéndonos ambigüedades visuales que desglosan realidades ficticias y veraces combinándose para nuestro deleite estético.


Dalí, Durmiente caballo león invisible, 1930


Dalí, Aparición de cara y frutero en la playa, 1938


Dalí, La imagen desaparece, c. 1938



Dalí, Mercado de esclavos con aparición del busto invisible de Voltaire, 1940



Dalí, Paranoia, figuras surrealistas, 1944


Catálogo razonado de las obras de Salvador Dalí

Fundación Gala-Salvador Dalí


2 comentarios:

  1. Me encanta!! De las obras paranoicas mi favorita en la del busto de Voltaire :) Supongo que es por que fué la primera que descubrí por mi misma cuando era peqeueña y me impresionó muchísimo!! jejeje. Una entrada genial! enhorabuena!!

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    1. ¡Gracias, Vera!
      Me alegra que el genio daliniano te cautivase desde pequeña y no te haya abandonado.

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